
Era cosa de tiempo y acaba de ocurrir.
Arabia Saudita concedió oficialmente la ciudadanía a Sophia, robot androide desarrollado en Hong Kong, por la empresa Hanson Robotics.
En su primera conferencia de prensa en Riad, la capital saudí, Sophia dijo: “Quiero usar mi inteligencia artificial para ayudar a los humanos a vivir una vida mejor, como proyectar casas mejores, construir mejores ciudades para el futuro. Haré lo mejor posible para hacer del mundo un lugar mejor”.
El Dr. David Hanson, padre de Sophia, es un referente de la nueva generación de científicos-humanistas. Ingeniero, con fomación en diseño y artes interactivas, ha sido reconocido por la NASA, la BBC y por el New York Times, como pionero en inteligencia artificial, ciencias cognitivas y artes liberales. Un dato especialmente interesante es que el Dr. Hanson fue escultor y narrador de historias en los parques temáticos de Disney.
Es imposible revisar el curriculum de este inventor del siglo XXI sin esbozar un recuerdo de otro polímata del siglo XV, Leonardo Da Vinci. Ambos provocadores, ambos disruptivos, ambos artistas, con visión y motivación híbrida que los desplaza por bordes indefinidos entre la tecnología y el humanismo.
Las pistas de lo que viene en este campo alucinante de innovación tecnológica las da el mismo Dr. Hanson: los robots deben aprender a ser creativos, empáticos y también a mostrar compasión.
Sophia -con un look a la Audrey Hepburn- es el comienzo.
El final, es difícil predecirlo.
Tal vez aquel imaginador empedernido, Isaac Asimov, no alcanzó a escribir todo lo que vislumbraba.
Por ahora, lo que sí sabemos es que la nueva generación de robots-humanoides, es una noticia en desarrollo.


Dejar una contestacion